Su llegada a la música fue una casualidad en la adolescencia, en la que empezó imitando voces de la legendaria banda de Folk Metal “El Mago de Oz”. El día que tomó por primera vez la guitarra que siempre estuvo colgada en su casa se dio cuenta que la música era su futuro. Así, años después entró al Conservatorio de Música del Tolima donde estudió guitarra clásica y canto lírico. Sin embargo, no fue hasta que cayó en “Esa locura mía” que se enamoró de la música andina. La composición del maestro Jaime Espiranda le mostró el camino que lo ha llevado a presentarse y ganar en innumerables festivales de música andina, de duetos y tríos, como en nuestro Festival Colono de Oro, del que también fue ganador. Además, fue el primer caqueteño en cantar con “Arkanos”, una banda extinta de Neiva, en el festival de Rock más importante de Latinoamérica: Rock Al Parque de Bogotá. Para Anderson, que ahora se dedica a enseñar música en Florencia y tocar con su tiple en el Ensamble Cuatro Maderas, las nuevas generaciones deben aprovechar cualquier tipo de expresión para apropiarnos de lo nuestro. Con el arte tenemos la oportunidad de cambiar esa idea de región hostil que nos ha perseguido por años y mostrarle al mundo que los Caqueteños somos una mezcla de muchas regiones y sus sonidos de las que se han tomado lo mejor.
A la profesora Mónica Gil la mueve la música desde muy pequeña. A los 6 años de edad conoció ese universo que la trajo muchos años después al Caquetá. En su paso por la Universidad Pedagógica Nacional, estudió licenciatura en música y desde ese entonces ha dirigido un centenar de coros. En el 2010 llegó al Caquetá y la manigua la atrapó. Desde su llegada, se preocupó por fomentar la educación musical, en la Universidad de la Amazonia ha podido dirigir el coro universitario con quienes ha representado el departamento en diferentes festivales, incluso fuera del país. Rescatar las músicas campesinas y las composiciones de músicos del departamento es una misión de Mónica. Así como ella, cualquier artista que quiera venir al Caquetá es bienvenido, pero tiene que empezar de cero, investigar, crear, arriesgarse, porque acá hay mucha gente buena y con talento que está dispuesta a hacer arte, música.
Para Verónica, la música fue un privilegio. Creció rodeada de músicos que le permitieron desde muy pequeña comprender el valor que tiene la música para unir a las personas. A los 27 años, es una abogada que combina su tiempo entre el derecho y la música. Desde el Centro de Orientación musical “Acordes” enseña a niños, niñas y adolescentes canto enfocado en música andina. La música a Verónica le permitió encontrar y desarrollar una sensibilidad ante el mundo que le transmite a sus estudiantes. Quiere que esa oportunidad llegue a más jóvenes que no han tenido educación musical, porque sabe que en el Caquetá hay muchos jóvenes con talento que necesitan solo un poco de apoyo. Además, desde Acordes, también promueven el rescate de la música caqueteña, cantando boleros del maestro Luis Ángel Nieto, como “Rinconcito de Selva”. Como objetivo musical, quiere impulsar la creación de guarderías musicales que permitan la sensibilización infantil a la música que aporte al desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes.
Desde muy temprana edad, Yinet Urquina se vio influenciada por la música andina colombiana, gracias al maestro Orlando Perdomo. Es una solista vocal de música andina colombiana y profesora de coro que día tras día trabaja por abrir camino para nuevos jóvenes en la música. La primera vez que salió del departamento le preguntaron si en el Caquetá se caminaba entre los muertos, pero con su voz, con su canto, le ha mostrado a mucha gente que en el Caquetá florece vida. Dentro de sus intereses está cultivar cultura en el departamento. Que la emoción que siente cuando ella sale a cantar, la perciban más personas. Que, aunque en el Caquetá aún persisten retos para la cultura, los caqueteños entendemos que esta tierra también suena a música indígena, música campesina, a joropo, pasillo y bambuco. Además, sabe muy bien cómo la música transforma la vida y su interés sigue en que los jóvenes se apropien de la identidad cultural del Caquetá.
Recuerda con nostalgia, pero más con alegría, esas primeras actuaciones de niño que lo llevaron a soñar con el teatro. Tendría unos 10 u 11 años, cuando se enamoró del teatro. Con sus amigos, fundaron una pequeña compañía de teatro en Florencia con la que querían darle vida a la cultura en la ciudad. Sin embargo, la falta de apoyo institucional frenó esos sueños. En su paso por la academia formó más su idea de compartir en las tablas sus emociones. De regreso a Florencia, continúo con la idea solemne de compartir con el mundo de que se puede vivir dignamente divirtiéndose, sin dejar de tener alma de niño. Después de más de 50 años en el teatro, aprendiendo, sintiendo, llevando emociones, sabe que el teatro le ha salvado la vida en muchas ocasiones, además, también le ha dado incontables alegrías. Con el mimo y el clown encontró la mezcla para narrar sin hablar, para transmitir sin decir una palabra. Gracias a eso es altamente reconocido en el país. Desde la Universidad de la Amazonia, es reconocido como uno de los grandes exponentes del arte caqueteño, que ha formado a cientos de personas interesadas en hacer arte, en vivir la cultura.
Maria Clara llegó al teatro por azar, aunque estaba en su destino llegar. Por casualidad, vio su estrellato reemplazando a otra actriz en una obra de teatro, mientras trabajaba en un pequeño teatro en Bogotá y estudiaba para ser abogada. Terminó siendo comunicadora social y periodista, pero su amor por las tablas la ha mantenido viva, reluciente. Desde allí, fundó Esfinge, una compañía de teatro que aún sigue produciendo obras. Cuando se sube al escenario, reconoce, le da la posibilidad de ser muchas formas, de sentir de forma diferente, de ser otra persona. Vive, respira, sueña con el teatro. Lleva haciendo teatro más de 30 años, que le ha permitido viajar, formarse, transformar la vida de muchos. Sabe que ser artista, actriz, en un lugar tan complejo como el Caquetá es todo un reto, pero siempre se levanta con la idea de un nuevo proyecto, con la intención de una puesta en escena.
Angélica conoció el arte gracias a su madre desde que era muy pequeña. Durante toda su vida ha visto cómo el arte es capaz de generar emociones, sentimientos y transformar vidas. Hace unos años, junto a su esposo, decidió crear “Corpoarte”, una escuela de danza en Florencia que forma niños, niñas y adolescentes en la danza. Con Corpoarte ha liderado proyectos importantes como la creación del Festival Internacional de Ballet en la Amazonía. Ahora, su interés es transformar a través de la danza la vida de los jóvenes, buscando que sus familias entiendan que se puede vivir dignamente del arte, que como ella, se puede vivir tranquilamente bailando.
Óscar Mauricio Malaver Pérez, licenciado en Lengua Castellana y Literatura por la Universidad de la Amazonia, ha dedicado seis años y medio de su vida al arte en Florencia, Caquetá. A sus 29 años, Óscar se ha convertido en un ferviente defensor del territorio a través de su expresión artística. Frida Kahlo, con su historia de lucha interna y externa, es una de sus mayores referentes. La capacidad de Frida para trascender y dejar un legado significativo en un país marcado por la violencia inspira a Óscar a seguir adelante. Ser artista en Florencia ha sido un desafío constante para Óscar. La falta de formación artística formal y el desconocimiento del valor del arte en su comunidad fueron obstáculos iniciales. A pesar de estas dificultades, Óscar ha trabajado arduamente para cambiar la percepción del arte en su región. Mediante la gestión, el establecimiento de redes y la promoción del arte, ha logrado consolidarse como un artista emergente con una visión trascendente, demostrando que el arte es una herramienta poderosa para la transformación social y cultural.
Manuel Martínez se dedica hace 8 años al arte. También es profesor y se interesa por los efectos especiales y la escultura. La pasión por las motos lo motiva a crear obras de arte diferentes, así como su trabajo en body painting, que le permite crear escenarios perdurables. Para Manuel, el mayor reto del arte es el temor del artista a compartir cosas. En el Caquetá la cultura no está muy rica, siempre buscan lo mismo, pero considera que por medio del arte se puede dar a conocer el departamento, lo que se vive y la cultura que tenemos.
Rosmira se especializa en paisajes, flores y bodegones, temas que reflejan su conexión profunda con la naturaleza y la vida cotidiana. Inició su carrera artística en los años 90, sin saber que el arte pictórico marcaría su vida. En 1994 realizó su primera exposición, un momento que transformó su pasión en una vocación. Aunque no estudió Bellas Artes durante su época estudiantil, se dio cuenta rápidamente de su inclinación natural hacia el arte, convirtiéndolo primero en un hobbie y luego en una carrera profesional. Desde su primera exposición, Rosmira se involucró profundamente en el arte pictórico, desarrollando talleres de color junto a un grupo de artistas con la ambición de revolucionar el arte en su región. A pesar de un paréntesis de siete años sin pintar, su talento fue reconocido por la Cámara de Comercio, que le brindó espacios para continuar su labor artística. Para Rosmira, a pesar de la riqueza artística de la región, a menudo se concentran solo en el San Juanero. Ella cree firmemente que a través del arte y la cultura, se puede dar a conocer un país entero, revelando sus historias y belleza más allá de sus fronteras. Ahora se dedica a pintar desde su taller en Bogotá, donde refleja en sus obras las características de su natal Caquetá.
A los 13 años, Jorge supo que su camino era la música. A los 17, inició sus estudios en música, siendo ahora Magíster en Composición musical y Magíster en literatura hispana. Jorge se ha dedicado apasionadamente a la creación y enseñanza musical. Su inspiración proviene de la condición humana y la globalización, explorando cómo estos fenómenos transforman culturas y territorios. Integra corrientes antiguas y modernas en su música, creando una amalgama única que refleja su identidad artística. Sus influencias literarias incluyen a Ítalo Calvino, mientras que en la música, encuentra inspiración en figuras del romanticismo como Franz Liszt y Frédéric Chopin, y contemporáneos como Caroline Shaw y George Crumb. Jorge enfrenta desafíos como la falta de espacios adecuados para el arte y la necesidad de equilibrar el sustento económico con su pasión artística. A pesar de las dificultades, se dedica a la docencia y a la creación de proyectos independientes bajo la marca Hirm Style. Ha experimentado con diversos estilos musicales y actualmente trabaja en su primera ópera completa, fusionando elementos clásicos con ritmos latinoamericanos y técnicas modernas, demostrando su versatilidad y compromiso con la innovación artística.
Lina es una apasionada del arte y la moda con cuatro años de experiencia en el sector artístico a través de su marca Aurora Crochet. Inspirada en traer tendencias del pasado al presente, Lina busca ofrecer seguridad y conexión con la identidad de las personas y culturas a través de sus diseños tejidos a mano. El desafío principal para Lina en Florencia es el poco valor comercial que las personas le dan a las prendas hechas a mano. Sin embargo, su determinación de innovar en su municipio la llevó a reforzar las bases de la tejeduría durante la pandemia, viendo una oportunidad comercial en medio del encierro y logrando así establecer su marca. Lina describe la vestimenta en el Caquetá como una mezcla única de tradición y diversidad, influenciada por el contexto cultural y climático. Para ella, la moda es una herramienta poderosa de movilización social, capaz de inspirar, educar y transformar, contribuyendo a un cambio social significativo y positivo. A través de Aurora Crochet, Lina continúa explorando las capacidades únicas de la moda para impactar de manera profunda en su comunidad y más allá.
A Gabriela la inspira en el teatro las formas en las que se puede transformar en diferentes personajes que reflejan otros sentidos de uno mismo. Para ella, licenciada en Educación Artística y Cultural, con más de 3 años en el teatro, lo más complicado de ser artista y actriz en Florencia es el apoyo y la cultura que reconozca el teatro en Florencia. Hace teatro porque a través del teatro se levanta una voz, se muestran otras formas de llegar a la paz. Considera que es muy importante que en el Caquetá la gente tenga un poco más de cultura teatral para que así mismo se le dé valor a las personas que están interesadas en llevar la voz por medio del arte y en este caso del teatro. El teatro que más le gusta hacer y le gustaría seguir haciendo es teatro de calle.
Gerardo tiene una pasión inquebrantable por el teatro, al que se ha dedicado los últimos 7 años. Inspirado por la capacidad del arte teatral para imaginar y proponer nuevas realidades, Rojas encuentra en el teatro un medio para explorar la interdisciplinaridad y la profundidad emocional de la experiencia humana. Su formación y principal influencia provienen del maestro Edilberto Monje, cuyas enseñanzas han enriquecido tanto su desarrollo universitario como su carrera como actor independiente en Florencia, Caquetá. A pesar de los desafíos que enfrenta el arte teatral en su región, Rojas persiste en su misión de promover y valorar esta disciplina, especialmente el teatro de calle, que le permite explorar fuerza, voz y emociones en espacios no convencionales. Para Rojas, hacer teatro en Caquetá no solo es una expresión artística, sino también un acto de preservación cultural y un medio para empoderar a la comunidad local. Su inclinación por el drama en el teatro refleja su pasión por desentrañar las complejidades humanas y por transmitir mensajes profundos a través de sus actuaciones. Con cada actuación, Gerardo Andrés Rojas busca no solo entretener, sino también educar y transformar, sembrando semillas de aprecio por las artes escénicas en las generaciones futuras de su amada región.
Desde los 6 años, Duván ha cultivado su pasión por la música. Aunque inicialmente estudió Comercio Internacional, su verdadera dedicación y enfoque están en el mundo de la música, especialmente en géneros como el reggaetón y la música popular. Desde sus inicios en eventos culturales en Valparaíso, Duván ha llevado su voz por todo el departamento, destacándose por su versatilidad y pasión por diferentes géneros musicales. Para él, hacer música no es solo una profesión, sino una forma de expresar su identidad y orgullo caqueteño, reflejando su amor por Florencia y el Caquetá en sus letras y composiciones. Aunque reconoce los desafíos, como la falta de apoyo económico y la predominancia de músicas comerciales, Duván encuentra inspiración en el afecto y apoyo de su comunidad. Su objetivo es no solo compartir su música, sino también destacar la belleza y la calidez humana que caracterizan al Caquetá. Para Duván, el Caquetá resuena con felicidad, humildad y hospitalidad genuina, valores que se reflejan en su música y en su vida. A través de sus canciones, busca transmitir la esencia única de su tierra natal y conectar emocionalmente con quienes escuchan su música, dentro y fuera del departamento.